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Día 2: Norteamérica en el Maracanazhino, y jornada Argenta

Arrancamos la marcha en Copacabana, donde Silvi se comió un sánguche de Carpaccio de Salmão (Salmón cocinado con sal) y yo opté por uno de carne. Sacamos algunas fotos con las esculturas más distintivas y partimos a las dos de la tarde hacia el Maracanazinho, porque teníamos otra entrada al azar. Esta vez en Vóley masculino. Polonia contra Egipto y después Estados Unidos frente a Canadá.

El microestadio que tiene Argentinos Juniors al costado de la estación Arata, es un complejo amplio y excelente por donde se lo mire. La vista es bondadosa desde cualquier punto, y tiene las dimensiones justas para distintas competencias deportivas, recitales, eventos, etcétera. Algo similar ocurre con el Maracanazinho. La diferencia es que este está al lado del mítico estadio Maracaná. Son como padre e hijo. De tal palo tal astilla.

Luego de aburrirnos un poco con la aplastante victoria del campeón mundial de 2014 frente al seleccionado egipcio por 3 a 0, nos dimos cuenta que el estadio se estaba llenando de canadienses y estadounidenses que llegaban con sus banderas, sus máscaras coloridas, y sus cánticos tan característicos.

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Sonrisas pasara lo que pasara. A ellos no les interesaba mucho el resultado. Prácticamente nada. Solo querían cantar sin seguir el ritmo de la música, beber cerveza (mucha), comer pochoclos y bailar en cada pausa que imponía el interesante juego. Así, plasmaron un ambiente bien norteamericano, como el imaginario colectivo que supongo que tenemos cuando vemos un partido de béisbol de allá.

Con el paso del tiempo entendí que ellos lo viven así y que no está ni mal ni bien. ¿Quién determina que no saben nada sobre la “cultura del aguante”? Y más aún, ¿qué es el aguante? Prefiero ser testigo de una manera de vivir un deporte a ingresar en el terreno absurdo.

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En el metro de vuelta había escuchado que Juan Martín Del Potro le estaba haciendo partido a la máquina humana llamada Novak Djokovic, el número 1 del mundo. Así que lo primero que hicimos cuando abrimos la puerta del departamento, aún sin internet, fue prender la televisión y buscar en Sport TV, la cadena de deportes de Brasil, la imagen de la Torre de Tandil aplastando al serbio.

Emocionante, gratificante para Del Potro, memorable, y sanamente soberbias esas derechas que viajaban a casi 200 kilómetros por hora. El tandilense era el mismo tenista de hace cuatro años atrás. Esta vez con 27 y con tres operaciones en su muñeca izquierda en los últimos dos años. Ese 7-6 (4), 7-6 (2) significó que una valija en su espalda, repleta de toneladas de sensaciones encontradas se ha marchado. Y se abre una luz palpitante en el camino.

Del Potro regresa

Del Potro está de vuelta

 

Después nos enteramos que más temprano el seleccionado de fútbol también había ganado (2 a 1 ante Argelia), victoria que le permite tener la chance de pasar a cuartos de final de estos Juegos.

Posteriormente vimos algunos minutos del debut de los Longevos frente a su par de Nigeria, donde obtuvieron un triunfo contundente con un gran despliegue en equipo. Fue 94 a 66, y esta generación de semidioses todavía sigue ilusionándonos con un podio en sus últimos Juegos Olímpicos juntos.

Paralelamente, el seleccionado de vóley conducido por el cerebro Julio Velasco también había empezado con el pie derecho su sueño olímpico. La victoria sobre Irán por 3 a 0 en el Maracanazinho, donde habíamos estado un par de horas antes, cerró una jornada que nos invitó a la ilusión por seguir más de cerca a nuestros deportistas en estos Juegos Olímpicos.

Mientras tanto, cuando apagamos la televisión y dejamos de respirar la próspera jornada nacional, volvimos a la Tierra y comenzamos a discutir con Ayllin para que nos arreglara internet. En este contexto tan emocionante no podíamos seguir afuera de la galaxia virtual del minuto a minuto.

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