La argentinidad al palo, parte 2

El calor comenzaba a sentirse. Las cercas que bordean el perímetro olímpico no están acompañadas de ningún árbol. No existe la sombra ni mucho menos el descanso. Una vez entrado al predio, la cosa cambia. Los lugares de comida y descanso abundan, también los sectores de prensa oficiales. Las sana envidia de querer ser parte, se convirtieron en mi principal aliado. Filmadora y celular en mano, mochila en su lugar y con el micrófono desarmado, emprendí tranquilo el viaje hacia destino. Me esperaba un control y muchos nervios, pero ninguna duda.

Al llegar (juro que recé aunque no se a quien), saludé y caminé rápido. Me detuve a mirar la cara del policía mientras chequeaba por la pantalla que tenía dentro de la mochila. Respiré. Pensé que les iba a decir. Me di cuenta de que no había vuelta atrás. En ese preciso momento, su mirada se clavó en mi perdida vista. Levanté la cabeza y pregunté: – «Todo bien?, estoy un poco apurado por el partido» . Su expresión lo dijo todo, y al mismo tiempo, su respuesta fue un pulgar en alto.

A partir de ese momento las sensaciones se apoderaron de mi cuerpo y – en estos momentos – de mis manos. Lo había conseguido. Me sentí afortunado, feliz, pero también, inseguro. No podían verme trabajando sin una acreditación. Tenia que ser efectivo. Dejarme llevar pero evitar que me lleven. Así poco a poco fui buscando un lugar. Y finalmente se dio.
Al terminar de filmar, un argentino se me acercó: – «Amigo, están hablando y te miran a vos, te diría que empezaras a irte», me dijo sutilmente. Pues claro hombre, en este mismo momento estoy partiendo hacia nuevo destino olímpico. Y así fue como después de caminar varias cuadras intercambiando miradas constantes y sin detener el paso, llegué hasta el FanFest, donde Argentina y Brasil disputaban su partido por un lugar en octavos.

La historia es sabida. Andres Nocioni se convirtió en el héroe de la noche. «El Chapu», el «enorme Nocioni», la «Bolsa de huevos», Llamenlo como quieran. 39 puntos para el alero del Alma, que entre gritos y abrazos festejó la clasificación, escoltado por la caravana mágica que convirtió el Parque Olímpico en una Arena albiceleste.

Para cerrar la jornada histórica en Río 2016, Del Potro venció a Rafael Nadal y Los Gladiadores hicieron lo propio con Tunez, logrando así su segunda victoria en la historia de los Juegos Olímpicos. La primera fue en Londres 2012, precisamente frente a Gran Bretaña. Inmensa jornada argenta en las venas del Parque Olímpico. Gigantes ejemplos de entrega y sacrificio, que convirtieron a Barra de Tijuca en una caldera de argentinidad al palo para despedir una jornada que seguramente, quedará guardada en la retina de todos los argentinos.

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